Menudo revuelo se ha formado por unos artículos aparecidos en The Economist. Son parte de un especial dedicado a España y que titulan así: The Party is over (La fiesta se ha acabado). «After three decades of partying, Spain has woken up with a hangover.» (Después de décadas de fiesta, España se ha levantado con resaca):
(…) Perhaps because the historic claim to nationhood is shaky, language has become an obsession for the nationalists. Franco banned the public use of Catalan, Euskera (Basque) and Gallego. The constitution made these languages official ones alongside Spanish in their respective territories. In Catalonia the official policy of the Generalitat (the regional government), under both the nationalists (some of whom are really localists) and now the Socialists, is one of “bilingualism”. In practice this means that all primary and secondary schooling is conducted in Catalan, with Spanish taught as a foreign language. Catalan is also the language of regional government. A Spaniard who speaks no Catalan has almost no chance of teaching at a university in Barcelona. A play or film in Spanish will not be subsidised from public funds. “If we don’t make a big effort to preserve our own language, it risks disappearing,” says Mr Mas
“How much is enough?” y “Zapatero’s gambits” son dos artículos de The Economist donde se describe la situación actual: el nacionalismo “narrow-minded” y la lengua como una “obsession” de los nacionalistas.
El gobierno catalán ha exigido disculpas a The Economist por llamar “cacique” a Pujol. El autor, Michael Reid, dice que ratifica todo lo que ha escrito sobre Cataluña. Y la Generalitat ha pedido “rectificación y una disculpa por algunas de las afirmaciones en este informe periodístico”. ¿Podrán ejercer su censura en The Economist?
A veces, los árboles no dejan ver el bosque. No hay nada como verlo desde fuera.
Veo que los ultranazionalistas españoles están contentÃsimos de que su propaganda sea difundida internacionalmente. Ya tienen el Losantos inglés, felicidades.
En Cataluña, sólo te dejan pertenecer a dos grupos:
—el ultranacionalista catalán, que es el polÃticamente correcto, el de ERC,
y
—el ultranacionalista español, que es lo peor, la Bestia. Aquà te encasillan si se te ocurre decir –por ejemplo–que en los colegios sólo se enseña en catalán y que la otra lengua hasta ahora oficial, el español, se da como una lengua extranjera (o sea, lo que hay).
Cualquier comentario que suene a defensa del castellano es sinónimo de “fachaâ€, “Losantosâ€, u “opresorâ€. Y, como hay mucha gente de izquierdas o apolÃtica que no quiere que la relacionen con esa gente (a menudo tan casposa y pintoresca), pues prefieren agachar la cabeza y no opinar, aunque no hablan catalán y están hasta las narices de esa cansina e inútil imposición nacionalista, en sus negocios, en la educación de sus hijos, etc. Inútil porque la gente sigue hablando español en la calle, y los niños en el patio.
No es ultranacionalismo español, asdf, es la fuerza de la Naturaleza. La mejor manera de preservar una cultura no es imponerla a la fuerza. Asà sólo se consigue odiarla, que es lo que están haciendo con los niños.
Están cerrando tantas puertas que sólo se quedarán dentro los que no sufren claustrofobia. Pero el planeta es muy grande. No hay problema.
No deberÃas llamarme ultranacionalista español. Yo vivo sobre un trozo de tierra y mi lengua materna es la que mi madre me enseñó. No impondrÃa a nadie ni una ni otra, porque sólo son una casualidad.
UltranaZionalistas, propaganda…
En cierta ocasión leÃ, no recuerdo dónde, que el ser humano ve en los demás un reflejo de sà mismo. Es decir, no se puede ver una propaganda en algo que simplemente es un artÃculo independiente y que describe una realidad. El simple hecho de leerlo como tal e incluso ofenderse… En fin, creo que no merece ningún calificativo ni comentario añadido.
Particularmente, nacà sobre la Tierra y dónde viva o qué idioma hable son elementos casuales.
Incluso, puedo contar que, he estado muy a gusto en Cataluña, supongo que porque no me encontré con ningún ultranacionalista catalán que me hiciera ver la realidad que viven, sufren, las personas que allà pasan sus vidas.
Nada como la distancia, claro queda.
La gente intolerante es como las maquinitas de DYMO, se pasan la vida poniendo etiquetas a la gente que no piensa como ella: “este es idiota”, “este es burro”, “este es facha”, “este es comunista”, “este es ultranacionalista”… La historia enseña, a quien tenga la objetividad necesaria, que las etiquetas suelen ser injustas y, lo que es peor, peligrosas. La razón, lo justo, suele habitar en los términos medios, nunca en posturas extremas, nunca en defender nuestra postura a ultranza y a cualquier precio. El venenoso régimen franquista, cuyas secuelas seguimos pagando todavÃa hoy, pisoteo sin misericordia y con chulerÃa los valores nacionalistas y las lenguas y tradiciones de muchos territorios y, por la llamada ley del péndulo ahora estamos viviendo la situación contraria, seguramente igual de venenosa e injusta. El franquismo, se esforzó en enfrentar los conceptos de español y catalán, de español y gallego, de español y euskera… y se esforzó en pisotear, humillar y castigar -incluso con la muerte- a todo aquel que no sintiera lo “ETIQUETADO” de “ESPAÑOL” como una especie de software obligatorio. Pero claro, a la gente no se la puede formatear tan fácilmente, o no deberÃa ser tan sencillo hacerlo. La gente que se deja formatear terminan siendo de extremos. Curiosamente recuerdo como en los colegios de mi tiempo,en los años 60, se les hacÃa pagar una multa de 1 peseta – que no era poco-a cualquier niño que hablase una sola palabra de catalán con el añadido del permiso a los demás para burlarse de él por haber hablado catalán. Hoy, a esto me referÃa con lo del efecto péndulo, he sabido que la Generalitat quiere imponer multas a los empresarios que no sepan hacer un uso correcto y habitual del catalán. De hecho creo que se multa a todo empresario que no rotule su negocio en catalán. Sólo espero que el péndulo pueda llegar algún dÃa a una amplitud de movimiento con extremos lo más próximos posibles al punto de equilibrio.
Personalmente creo que el extremismo y la letal intolerancia del franquismo llevó a la mayorÃa de la gente a odiar el régimen y los sÃmbolos del régimen: la bandera, el castellano, la estética del generalito. La Generalitat, con su postura extremista e intolerante está consiguiendo todo lo contrario de lo que pretende. Igual que la dictadura consiguió todo lo contrario de lo que pretendÃa. El catalán, como cualquier otra lengua, no es otra cosa que una hermosa herramienta de comunicación, una lengua, un sistema de intercambio de ideas, de conocimientos, de sentimientos, no un arma, no una pegatina en la chaqueta de nadie, no una exigencia, no una pintada sobre un rótulo en castellano, no un club de simpatizantes, no una ñoña damisela de pelÃcula antigua a la que hay que defender de los malos, ni, mucho menos, un motivo de confrontación entre las personas. Sin embargo es un hecho que cada vez encuentro más niños que empiezan a aborrecer el catalán porque se les impone casi como un castigo en lugar entregárselo con la motivación de un regalo. Igual que un dÃa lejano los niños catalanes odiaron, y con razón, el castellano impuesto a coscorrones, multas de peseta y palmetazos en las manos. Las lenguas son herramientas para intercambiar ideas, conocimientos, sentimientos… y no deberÃamos consentir que alguna gente espabilada, que han visto el cielo abierto porque probablemente no saben hacer nada que valga la pena, las utilice como estandartes de guerra con el exclusivo fin de medrar al amparo de las instituciones, con el único motivo de justificar un inflado sueldo sin producir nada. Demasiada gente viviendo del discurso nacionalista, sea del signo que sea. Demasiado dinero -de todos- destinado a medidas destinadas a terminar tristemente en el enfrentamiento. Claro que no descubro nada, seguramente es lo que se pretende: a rÃo revuelto, ganancia de pescadores.
Las lenguas existen para el entendimiento, si lo que se consigue es el enfrentamiento, la lengua carece de sentido: para eso ya tenÃamos los palos y las piedras. No se necesitaban palabras. La libertad no tiene lengua oficial.
No creo que sea malo que el idioma oficial de Cataluña sea el catalán, despues de todo existe Cataluña antes que España, no? ..yo hablo castellano, mis ancestros son algunos de Castilla la vieja y otros Bascos, me gustarÃa aprender mi idioma euskera también, es muy bueno preservar nuestra rica cultura, no se debe ver como una obligación practicarla si no como un privilegio y un regalo a generaciones futuras.
Pues yo creo que deberÃamos hablar todos en latÃn. Total, estaba antes que el español y que el catalán, ¿no? 🙂