El funcionario de la comisaría de policía que nos renovó el pasaporte era un hombre mayor, grande y con bigote. Le tendió a Ana la cartulina blanca con un recuadro negro y le dijo: “Ahora firma dentro de este espacio, pero nada de corazones ni estrellitas”.

Por cierto, este blog seguirá dormitando el resto del verano. Feliz desconexión.