Este mensaje tan amable cuelga de la
puerta de la
escuela, en la que el 80% de los alumnos es de origen extranjero.
Curiosamente, no se pone ninguna pega a que los niños que se matriculan
no tengan ni idea de la lengua en la que se imparte el curso.
Simplemente, se les deja que bloqueen el aprendizaje de los alumnos
locales, que son minoría, y les hagan desaprender la suya propia.